Eramos unas 20 personas, tirando por lo alto y enfrente había como 10 agentes de policía, tirando por lo bajo. Se ve que eramos peligrosos. Que por qué estábamos allí, pues para apoyar a Roque, un señor de Fuenlabrada "acuciado por la crisis" con una hipoteca encima que no puede afrontar. Roque y su familia solo pretendían, por enésima vez, hablar con Ibercaja y presentar un escrito para renegociar las condiciones de su condena hipotecaria. Una vez más la caja se negó a hablar con él aduciendo que la sede central en realidad está en Zaragoza y por lo tanto ellos poco pueden hacer.
Todo esto viene porque esta amable entidad- que dedica en su web un enlace para ayudar al cuerno de África y que presume, también en su web, de que las opiniones de sus clientes cuentan- ha puesto el piso de Roque a subasta ante la imposibilidad de que este autónomo en horas bajas haga frente a una letra que supera sus ingresos. ¿Esta es la obra social de Ibercaja? Curiosa manera de entender el concepto.
Los policías nos miraban desconfiados no fuera que formáramos una zapatiesta y además nos grababan con cámaras de vídeos (poco les importaba que yo fuera acompañada de mis 2 hijas menores). Ibercaja también desconfiaba de tan peligrosa concentración de gente y manifestó al representate de la comisión de Respeto del 15 M que hablarían con Roque si nos marchábamos todos los demás.
En un gesto de buena voluntad- puesto que nuestra intención era apoyar al fuenlabreño, no liarla parda- nos marchamos. Y sí, abrieron las puertas a Roque para decirle que lo sentían mucho pero que no podían hacer nada y que, como mucho, le registraban la entrada de su escrito y le ponían un sellito (¡qué detalle!) Esto lo supimos después, cuando volvimos a Ibercaja. Por cierto, los antidisturbios se habían desvanecido para entonces.
Finalmente la reunión se disolvió con un cierto regustillo a fracaso, pero no fracaso total. En el aire se respiraba una curiosa hermandad, la que logra unir por unas horas a unos desconocidos que de otro modo no se hubieran dirigido la palabra. No faltaron los apretones de manos dándo muchos ánimos a Roque y su familia que nos agradecíeron nuestra presencia. Sin embargo, él se quejaba, no sin razón, de que la convocatoria había tenido poca repercusión: -si hubiérmamos sido 200 estarían aquí los medios de comunicación y esto llegaría a más personas. Lleva razón. No hay que dejar que esta historia caiga en el olvido. Por eso escribo esta entrada, para que el caso de Roque llegue a 4 gatos más, los que me seguís en este blog. Gracias. Y así transcurrió el último día de agosto de 2011.
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