Volver a pisar las oficinas del INEM es toda una experiencia. Allá por el año 1999 era distinto, más relajado. Pero las cosas han cambiado bastante (¡qué obviedad!) Sí, pero hay que verlo con estos ojos que se ha de tragar la tierra para creerlo.
Para empezar desde el pasado mes de marzo y por el artículo 33 hay que acudir con cita previa. Que por qué: porque hay tanta gente que o lo organizamos como en el Centro de Salud o se arma la de San Quintín. Existen dos maneras de pedir esa cita: una es a través de una página web llamada www.redtrabaja.es o bien llamando a un 902 que, como todos sabemos, no es gratuito. Así que miel sobre hojuelas para los desempleados, encima de cornudos apaleados. Si tienes internet estupendo, imprimes tu cita y es tan moderno que encima te dan ya hasta el número del turnomatic para que esperes lo menos posible. Pero ay si tienes que pedir cita telefónica.. Como de momento no se pueden imprimir las conversaciones telefónicas, que a este paso todo se andará, apuntas los datos en tu libretita del Todo a Cien y te presentas en la oficina. Entonces te encuentras a una funcionaria muy mal follada (perdonenme la expresión) -a la que le han bajado el sueldo un 5% y que tiene que pastorear a una panda de "vagos y maleantes" que van a tramitar su subsidio o su demanda de empleo- que te franquea la entrada a la oficina cual gorila de discoteca. La funcionaria mira en su lista y te pide la cita previa impresa y como no la tienes porque la has solicitado por el 902 te contesta que no te pueden atender porque no estás citada. Tú protestas y ella más; la cosa continúa hasta que harta ya de estar harta y con una cara de mala leche de aquí te espero te manda dentro de la sala de atención al desempleado con una mano alzada como diciendo: anda entra, entra que me tienes ya hasta el papo y no tengo ganas de oirte protestar. Pero eso es si tienes suerte. Si por casualidad por un fallo humano, que a veces los hay, no apareces en la lista que nuestra amiga ondea al viento, por mucha cita telefónica que hayas dado te vuelves a casa con el rabo entre las piernas. Y la próxima vez a espabilarse que en el INEM no están para tonterías.
Y así transcurrió el 12 de abril de 2011.
Acuciados por la crisis nace como tribuna de protesta y reflexión a la que todos os podeis subir.
miércoles, 13 de abril de 2011
viernes, 8 de abril de 2011
O debiéramos decir indignados por la crisis
Últimamente tengo el blog un poco abandonado y no porque no haya conocido historias críticas sino porque mis propias y algo acunciantes circunstancias me tenían abducida.
Tengo suerte, sí, hoy he ido al banco con mi talón de "finiquito" y debía tener una cara de anuncio sin palabras... que para qué. No sin dificultades he logrado entrar a la entidad bancaria tras pelearme con varias taquillas de esas que sirven para depositar los objetos metálicos. Como ninguna funcionaba me he dicho: -a tomar viento- y he entrado al interior sin más contemplaciones. El largo pasillo sobre la alfombra azul se me ha hecho interminable (¿se sentirán así las estrellas en los festivales de cine? espero que no). Sólo veía al empleado al fondo que me esperaba escrutante. Al llegar le he entregado el talón, lo ha mirado, luego a mi, luego al talón, luego a mi y finalmente me ha espetado: ¿es lo que imagino? A lo que yo le he respondido: pues me temo que sí, ojalá manejara yo ha diario talones así, pero me temo que este no me ha caído del cielo. El bancario compungido ha continuado urgando en la herida, aunque con toda la buena intención, dicho sea de paso: o sea que te han despedido ¿no?. Yo he asentido y el hombre a la vez que gestionaba eficazmente los papeles me ha dicho: es que te he visto la cara y la cantidad del talón y he pensado, ya está, un finiquito. El hombre parecía indignado y me ha dedicado 5 minutos de ánimos y buenas palabras que yo le he agradecido,... pero que casi me pongo a llorar porque oyéndole, yo misma me daba más pena de la que realmente me doy. Me ha deseado buena suerte y yo le he agradecido su gesto. La verdad es que me ha servido para hacer una salida por la alfombra azul bastante más triunfal que la entrada; un triunfo moral sobre lo indignante de la realidad de nuestro país y de nuestro entorno; porque no debemos estar acuciados por la crisis, lo que debemos estar es indignados con la crisis. Para corroborar lo que digo no os perdáis pegado debajo el enlace al videoblog de Iñaki Gabilondo en El País, que tampoco es que sea yo de su club de fans, pero la verdad es que tiene toda la razón en lo que dice, aunque para mi gusto se queda corto. Y así, más o menos, transcurrió el 8 de abril de 2011
Tengo suerte, sí, hoy he ido al banco con mi talón de "finiquito" y debía tener una cara de anuncio sin palabras... que para qué. No sin dificultades he logrado entrar a la entidad bancaria tras pelearme con varias taquillas de esas que sirven para depositar los objetos metálicos. Como ninguna funcionaba me he dicho: -a tomar viento- y he entrado al interior sin más contemplaciones. El largo pasillo sobre la alfombra azul se me ha hecho interminable (¿se sentirán así las estrellas en los festivales de cine? espero que no). Sólo veía al empleado al fondo que me esperaba escrutante. Al llegar le he entregado el talón, lo ha mirado, luego a mi, luego al talón, luego a mi y finalmente me ha espetado: ¿es lo que imagino? A lo que yo le he respondido: pues me temo que sí, ojalá manejara yo ha diario talones así, pero me temo que este no me ha caído del cielo. El bancario compungido ha continuado urgando en la herida, aunque con toda la buena intención, dicho sea de paso: o sea que te han despedido ¿no?. Yo he asentido y el hombre a la vez que gestionaba eficazmente los papeles me ha dicho: es que te he visto la cara y la cantidad del talón y he pensado, ya está, un finiquito. El hombre parecía indignado y me ha dedicado 5 minutos de ánimos y buenas palabras que yo le he agradecido,... pero que casi me pongo a llorar porque oyéndole, yo misma me daba más pena de la que realmente me doy. Me ha deseado buena suerte y yo le he agradecido su gesto. La verdad es que me ha servido para hacer una salida por la alfombra azul bastante más triunfal que la entrada; un triunfo moral sobre lo indignante de la realidad de nuestro país y de nuestro entorno; porque no debemos estar acuciados por la crisis, lo que debemos estar es indignados con la crisis. Para corroborar lo que digo no os perdáis pegado debajo el enlace al videoblog de Iñaki Gabilondo en El País, que tampoco es que sea yo de su club de fans, pero la verdad es que tiene toda la razón en lo que dice, aunque para mi gusto se queda corto. Y así, más o menos, transcurrió el 8 de abril de 2011
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